Tradicionalmente se ha prestado poca atención al comercio de servicios, centrando el foco el comercio de manufacturas y de productos agrícolas. Esto es así porque, tradicionalmente, la mayoría de servicios han tenido características que los alejan de ser comercializables internacionalmente:
Otros servicios, sin embargo, han estado tradicionalmente abiertos al comercio internacional, al servir de soporte al comercio de mercancías, como son el transporte marítimo o los mercados de capitales.
Finalmente, en las últimas décadas, una serie de cambios regulatorios y tecnológicos han permitido aumentar la cuota de servicios que son comercializables internacionalmente:
Con los últimos datos comparables disponibles, de 2017, el comercio de servicios representa un 23% del volumen total de comercio. Hay que tener en cuenta que la mayoría del comercio en servicios se presta mediante presencia comercial en el extranjero. Incluyendo este modo de prestación de servicio (no incluido en las estadísticas de comercio exterior), la cuota de servicios en el comercio internacional aumentaría hasta el 43%. Finalmente, si tenemos en cuenta el valor añadido de los servicios sobre el valor del comercio de mercancías, la cuota de servicios en el comercio internacional llega al 50%. Sin embargo, estas cifras aún están alejadas del peso de los servicios en el PIB, que es de alrededor del 70% en economías desarrolladas.
El crecimiento del comercio de servicios (5,4% anual) ha sido mayor que el del comercio de mercancías (4,6%) en la última década (2005 a 2017). El mayor crecimiento (superior al 10% anual) ha sido experimentado por servicios informáticos e investigación y desarrollo. Sin embargo, la distribución comercial y los servicios financieros siguen siendo los servicios con mayor peso en el comercio internacional, con cuotas cercanas al 20% cada uno.
Se espera que el comercio en servicios siga creciendo a tasas superiores al de mercancías, lo cual podría aumentar en un 50% su cuota en el comercio internacional en 2040. Una serie de tendencias impactarán en el comercio de servicios en los próximos años:
El comercio de servicios no se ve afectado por las barreras tradicionales de política comercial (aranceles y cuotas), sino por restricciones que afectan a los diferentes regímenes regulatorios nacionales, así como a factores relacionados con la necesidad de proximidad física para prestar un servicio. Al contrario de lo que cabría pensar, los costes asociados al comercio de servicios se estiman en el doble de los asociados al comercio de mercancías, aunque se están reduciendo.
Las principales barreras al comercio en servicios son las siguientes:
Barreras regulatorias: consisten en regulaciones que dificultan el acceso a un mercado de un proveedor extranjero. Pueden ser de iure (límite al porcentaje de capital extranjero en un sector) o de facto (proceso de concesión de licencias que favorece subjetivamente a empresas nacionales). El proceso de liberalización en servicios iniciado a raíz de la firma de GATS ha rebajado estas barreras. Cabe mencionar el índice STRI de la OCDE, que cuantifica el nivel de restricción regulatoria al comercio existente en cada país.
Para información más detallada por países, sectores y tipos de barreras, remitimos al Portal de Barreras.
El comercio de servicios promueve un mayor crecimiento económico, mejora la competitividad de las empresas nacionales y puede contribuir a una mayor equidad social, a través de diferentes vías:
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