El comercio minorista es un pilar fundamental de la actividad económica, tanto por su contribución al PIB, como en lo referente a la creación de empresas, y la generación de empleo. En los últimos años, ha experimentado una transformación profunda en su estructura, a causa del impacto de varias crisis, que han hecho necesario un proceso de reorganización y adaptación, modificando la dimensión y el funcionamiento del sector. La digitalización y el crecimiento del comercio electrónico, asociado a los cambios en los hábitos de consumo, han sido también factores clave en la evolución del comercio minorista, que ha mostrado una alta capacidad de resiliencia.